¿QUÉ
PUEDE SER ESE ASUNTO LLAMADO PAZ
TERRITORIAL?
Por Humberto Vélez Ramírez (*)
Como centrales, tres puntos se abordarán en esta
reflexión. Como punto de partida se presentarán los que podrían ser --mirados desde las lógicas de las sociedades civiles, del
movimiento social por la paz y del renaciente movimiento campesino que, tras
casi 50 años de pausa en sus luchas, reverdeció en Colombia hace unos dos años largos como paro cafetero--[1] los componentes concretos de una de las propuestas de construcción de Paz
Territorial; en segundo lugar, se reflexionará cómo, tras casi cuatro años de
diálogos en La Habana --diálogos que ahora evidencian más espíritu de avance que de frustración-- en Colombia han
emergido una serie de situaciones,
circunstancias y eventos que podrían colocar al país de cara al horizonte de un inédito proceso de reordenamiento nacional
a partir, ya no de los centros geopolíticos llamados Bogotá, Medellín, Cali y
Barranquilla, sino de una
transformación estructural de las relaciones sociales en el agro y, sobre todo,
en las economías campesinas; finalmente, se señalarán algunas ideas sobre cuáles serían las condiciones necesarias
para que Colombia pudiese acceder a esa
inédita e histórica etapa. De no precisarse esas condiciones objetivas y
simbólicas, nadie, por adivino o profeta que sea, logrará identificar qué puede suceder en el país una vez se produzca, de aquí a tres o cinco meses, la firma de acuerdos completos y bien desarrollados, operativos y consensuados, de modo adecuado, en la Mesa de La Habana.
De todas maneras, por economías de tiempo y para
poder tener en esta V Cumbre un referente concreto para la reflexión y el
debate, en este Atisbos sólo se ha recogido el primer punto.
Los
Componentes concretos de una propuesta de construcción de Paz Territorial
Hasta ahora, tercera semana de marzo, variopintas
son las propuestas de construcción de paz territorial. Desde las lógicas del
gobierno, el líder de su conceptualización ha sido Sergio Jaramillo, Alto
Comisionado de Paz, quien, de distintos modos y diversos discursos expositivos,
siempre ha resaltado dos puntos: que la paz tiene que empezar a construirse
desde las regiones y que el gobierno
debe estar abierto a escuchar las voces que desde ellas emerjan ya se tratase de los derechos de las víctimas o de los de los pobladores; en la
Conferencia dictada en La Universidad de Harvard en abril del 2014 enfatizó, primero, que garantizar esos
derechos bajo un enfoque territorial exigía instituciones fuertes no sólo en
términos de organizaciones sino también de prácticas y normas indispensables
para la cooperación y la convivencia, y segundo, que en Colombia no iba a haber
otra oportunidad para la paz; y en
algunas oportunidades ha insinuado, de modo suelto, algunos temas, pero sin que
haya presentado una propuesta orgánica y de conjunto al respecto.[2]
Por su parte, el Ministro para el Posconflicto, Rafael Pardo, ha señalado que
el esquema de Paz territorial “lo tenemos que construir entre todos. Cada día
el país está más centralista. Nosotros los que estamos aquí, hallamos que tenemos la salida para las regiones.
Termino con un llamado al realismo. En este país nos encantan las discusiones
jurídicas, las discusiones constitucionales y yo pido que no caigamos en esa
falacia constitucional. En este proceso de paz de lo que se trata es de cambiar
las cosas, de cambiar la realidad, de hacer las transformaciones necesarias para que la paz signifique algo
trascendental, algo para cada habitante de Colombia. Si no lo hacemos ahora,
entonces ¿cuándo?”.[3]
De todas maneras, aunque Rafael Pardo parte
de un enfoque de paz territorial, lo lleva más allá: que el conflicto va
a reactivar la economía; que no se puede limitar a algunos municipios ni a
otorgar beneficios para los
desmovilizados ni a las zonas donde hay conflicto; que debe ser transversal
integrando el agro a la economía; que también debe cubrir a los municipios
donde hubo conflicto, aún a zonas deprimidas de las grandes ciudades; que “un
país en posconflicto es un país donde
todo el mundo está en las mismas condiciones de oportunidad”; que para iniciar
la construcción se debe comenzar con la
parte institucional y que, por eso, en
el Ministerio de Agricultura se acababa de crear “La Agencia de Desarrollo
Territorial” encargada de ejecutar los temas del posconflicto como “un paraguas del Fondo que recibirá recursos
nacionales e internacionales”.[4]
De todas maneras, no obstante sus elaboraciones sobre
la Paz Territorial, más conceptuales que programáticas, los personajes del
gobierno es muy poco lo que han avanzado, o, por lo menos, publicitado, sobre el carácter, alcances y contenidos
concretos de la Paz Territorial.
El otro Enfoque de Paz Territorial ha sido el de las
Farc, por ellos denominado TERREPAZ, muy legítimamente ajustado a sus lógicas
históricas, así como a su actual situación de fuerza en transición de la guerra
a la pacificación. Así los han concebido,
La propuesta de las
Farc tiene algunos aspectos interesantes y otros preocupantes. En pocas
palabras proponen: 1) Que se reconozca su presencia en espacios donde ellos han
estado históricamente y tienen apoyo social. 2) Que esos territorios deben ser
espacios para que se materialice el cese de hostilidades y la dejación de armas
así como la reparación de las víctimas y, por tanto, las sanciones
restaurativas que se deriven de la jurisdicción especial para la paz. 3) Que en
estos territorios puedan vivir tanto los excombatientes y sus familiares, las
víctimas, exmilitares e incluso exparamilitares, y construir un proyecto
autogestionario de desarrollo sostenible y una activa participación política a
través de cabildos populares. 4). Que estos territorios tengan protección
constitucional y sean excepcionales, extraordinarios y transitorios. 5) Que
tengan acompañamiento internacional y veeduría ciudadana.[5]
Y hay un paquete de terceras propuestas de Paz
Territorial asociadas a distintos sectores del movimiento social por la paz. La
que aquí levantamos es una de ellas, levantada por ECOPAIS-LOS ATISBOS
ANALÍTICOS.
Nuestra respuesta se
desprende de la necesidad de impulsar y aplicar
una estrategia robusta y coherente de transformación estructural de las
economías campesinas que, desde hace cinco décadas, vienen bailoteando en el
vacío a partir de periódicos intentos
por impulsar movimientos de colonización, que no han hecho otra cosa que apretar los nudos que las han mantenido
atadas y subordinadas a las empresas
agrícolas capitalistas sobre todo en materia de satisfacer sus demandas
periódicas de mano de obra
asalariada en las épocas de
cosechas. Y ha sido así
desde hace más de 45 años cuando con el Pacto de Chicoral en 1972, en los inicios del gobierno de Misael
Pastrana, el Estado negoció con los terratenientes el tercer intento histórico
por hacer en Colombia una reforma agraria[6]
y esa ha sido la constante hasta ahora con el actual proyecto de las ZIDRES[7].
Si por economías campesinas entendemos
la masa crítica de pequeños productores y arrendatarios rurales que ha
habido en Colombia, por campesinos conceptuamos a esos sujetos - hogares
familiares, sobre todo- atados al campo como espacio vital de producción y
de reproducción y como forma
existencial cultural de vida. En la
agricultura colombiana se pueden diferenciar tres importantes tipos de
empresas: 1.Las Empresas agrícolas
capitalistas, tecnificadas, dedicadas, sobre todo a la producción de
materias primasen en una extensión de 8.1 millones de hectáreas de las 51 real
o aparentemente cultivadas, que usan trabajo asalariado y, en ciertos períodos
del año, mano de obra proveniente de las economías campesinas 2. El latifundio
ganadero, que ocupa 38 millones de hectáreas, en un 50% explotadas pero en
otro 50% inexplotadas por las razones que sean- afán especulador o posesión
extensiva de la tierra como fuente de poder y de prestigio social- y que son
tierras con vocación agrícola. Es este 50% sin explotar el que deberá
ser afectado por el componente de reforma agraria de la reforma rural
integral, que es el primero de los acuerdos parcialmente pactados en la Habana
y que postula la necesidad de reformar
la estructura de tenencia y de uso social de la tierra. Y 3. Las economías campesinas,
conceptualmente ya esbozadas atrás, que, en alta proporción, están subordinadas
al capitalismo agrario y que sólo ocupan
4.9.millones de hectáreas. Son similares en muchos puntos, sobre todo, en lo relacionado con el horizonte de producción
agrícola y de cultura rural en que se
encuentran inscritas pero diferentes en otros (tipo de producción, etnia y
cultura étnica, formas organizativas dominantes
de las bases sociales que las soportan y las mueven, grado de
dependencia del capitalismo agrario…), aspectos éstos que deben ser muy tenidos en cuenta en el momento del
diseño de las estrategias de construcción de paz territorial de las que son el
actor central. Por otra parte, es en las
economías agrarias donde habita el grueso del campesinado: según Información
del DANE para el 2013, 2l 25% de la población colombiana era rural, o sea 11
millones y de ellos, 8 millones eran
genuinos campesinos. Ante todo y sobre
todo, será, entonces, ésta la población sujeto de una estrategia de
construcción de paz territorial.
Para efectos de la reflexión
y del debate, éstos pueden ser,
entonces, los componentes concretos de una Estrategia robusta y coherente de
construcción de Paz Territorial:
1. La implementación diáfana y transparente e imaginativa en todas las regiones que configuran la territorialidad
geopolítica colombiana de la Jurisdicción
Especial para la Paz con un modelo de
justicia que, para posibilitar la paz,
para los crímenes de guerra y de lesa humanidad aplica sanciones cuya
intensidad depende de la calidad de las reparaciones ofrecidas a las víctimas.
2. El reordenamiento territorial del País a la luz de la Constitución de 1991, que destaca a las Regiones y Provincias como las
unidades territoriales centrales; de acuerdo con Orlando Fals Borda, Colombia debe reordenarse territorialmente
alrededor de unos seis Estados-Región
cruzados por un modelo democrático de relación entre gobernantes y gobernados.
Este nuevo modelo de ordenamiento territorial le vendrá como anillo al dedo al
proceso de construcción de la Paz Territorial.
3. La aplicación del componente de reforma agraria del acuerdo de la Habana
sobre reforma rural integral buscando dotar de tierra suficiente a la masa de arrendatarios y de pequeños
productores que la tienen insuficiente bajo la forma de Unidades Agrícolas
Familiares y Plurifamiliares, UAFP.
4. Levantar y poner en acción, con objetivos a corto, mediano y largo plazo,
un Programa Nacional Estatal de producción agrícola enhebrado alrededor de las economías
campesinas, orientado a lograr la meta de la Soberanía Alimentaria haciéndole cumplir un papel central a la
Planeación Indicativa así como a estrategias de mercadeo que abrevien y
racionalicen los pasos entre los productores
rurales y los consumidores urbanos.
5. El fomento entre las economías
campesinas de empresas asociativas y autogestionarias orientadas a fortalecer el logro de la meta de
la soberanía alimentaria, así como el uso colectivo y/o compartido de
tecnologías costosas.
6. La creación del Instituto Colombiano para la construcción y
reconstrucción de la Vivienda Rural,
ICRVR.
7. En una reforma estructural del Estado, que ya se
habría iniciado con el programa señalado
de reordenamiento territorial, un tema central será el de reinventar al Estado
y sus Políticas Públicas para el cumplimiento de sus tareas sociales con los
campesinos, y no sólo con los urbanos, en materia de una Educación, de una
Salud, de una Recreación, de un Deporte, de un Turismo para trabajar y vivir en
el campo; y la institucionalidad para hacerlo debe estar allá , en el seno de
las economías campesinas y no en los centros urbanos. El estado tiene que ir al
campesino y no el campesino venir a
buscar al Estado en la ciudad. Así,
pues, que entre muchas de las cosas que exigirán los procesos de construcción
de PAZ TERRITORIAL ESTÁ ÉSTA LA DE LA
RURALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
DEL ESTADO, pues hasta ahora éste ha atendido al campesinado pobre con las sobras que le han quedado. Y no
se trata de alimentar el estatalismo distribucionista sino de recordar que
gobernar es atender las demandas, necesidades e intereses de los gobernados
pactando con estos, por ejemplo, estrategias de construcción de paz territorial
en las que se destaque la contribución efectiva de las ciudadanías
campesinas a la construcción de lo social rural.
8. Ahora, sobre una base así, o sobre otra más
sólida, que venga lo que el Estado casi siempre ha hecho en las regiones y
municipios, algunas obras de arquitectura y de distritos de riego, algunos
caminos vecinales y carreteras, ciertos puestos de salud y escuelas, uno que
otro crédito descontinuado; si todo eso, pero de mejor calidad ahora en el
contexto de la nueva etapa histórica de construcción de paz territorial.
(*) Catedrático de la
Universidad del Valle, en Cali, Colombia.
Viernes 18 de marzo de
2016.
[1] . Vélez
R, Humberto, ATISBOS ANALÍTICOS NO 179, “Un Inédito paro agrario: el Rostro de
la Paz más allá de la Habana”, SEPTIEMBRE 2013.
[3] . Pardo,
Rafael, “
[4] “El
posconflicto va a reactivar la economía”, Entrevista de El Tiempo a Rafael
Pardo, www.eltiempo.com.co,
10-01-2016.
[5]
.www.semana.com/nacion7/articulo/las-farc-los-territorios-de-paz/452371-3.
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