LOS
DILEMAS DE LA POSGUERRA, EN EL FOCO DE LAS REGIONES
Por
Luis Alfonso Mena S. (*)
Tejer espacios para pensar la paz, no como un
ejercicio retórico, meramente académico, sino como un esfuerzo inmerso en la
acción creadora, se volvió una tarea de todos los días para un colectivo de profesores,
estudiantes y activistas sociales vinculados a universidades de Cali y de otras
once ciudades colombianas que --con la terca certeza de que esta vez no puede
ni debe haber marcha atrás, pero también con la convicción de que la paz se materializará
con reformas estructurales, con el cambio del modelo socio-económico
imperante-- se la han jugado toda en procura de que el país reflexione acerca
de cómo hacer sostenibles los acuerdos que surjan de las conversaciones entre
el Gobierno Nacional y las Farc-EP, sobre cómo lograr que en la posguerra los
conflictos que continuarán conduzcan a soluciones políticas, a la instauración
de una democracia verdadera con justicia social tangible.
Esos fueron los ejes que motivaron la Quinta Cumbre
Nacional por la Paz, respaldada por medio centenar de entidades de diversa
índole, incluidos once centros de educación superior que acogieron la
invitación formulada por la Universidad Libre de Cali, y que se realizó entre
el jueves 17 y el domingo 20 de marzo en la capital del Valle del Cauca, en
Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Pereira, Pitalito, Tuluá, Yumbo, Florida,
Silvia, Corinto y Sevilla, ciudades en las que se escucharon alrededor de 130
intervenciones, de las cuales 90 fueron conferencias, en actos que se
realizaron en recintos universitarios, auditorios particulares, coliseos de
colegios y plazas públicas, que involucraron a millares de asistentes y
llegaron a más de 90 poblaciones del país mediante transmisiones directas por
canales alternativos, comunitarios y virtuales.
La tónica global de los actos realizados fue la
coincidencia en la renovación del respaldo a las conversaciones iniciadas hace
tres años y que se cumplen actualmente en La Habana; el convencimiento de que
lo acordado en materia de tierras, participación política, justicia, víctimas y
reparación debe ser conocido e interiorizado por la mayoría de la población; la
convicción de que los acuerdos entre el Estado y la insurgencia armada
significan un escalón fundamental de un proceso de hechos meridionales
referidos a la terminación de la guerra, pero que ellos en sí mismos no serán
el fin de los conflictos sociales, ni de las desigualdades económicas, ni de
las discriminaciones políticas, ni de las exclusiones culturales, y que, en
consecuencia, las acciones de las clases subalternas frente al bloque hegemónico
en el poder se tendrán que multiplicar para que, como lo señala la Proclama Pública
aprobada en la Cumbre, propugnen por los cambios que urge la sociedad. “La Quinta Cumbre Nacional por la Paz
advierte a los diversos sectores de la sociedad colombiana víctimas del
marginamiento, la inequidad y la exclusión a rebasar el mero marco de la
protesta y, de manera perentoria, a organizarse para así poder ordenar las
luchas por venir y forjar un Estado decente y una sociedad justa”, subraya la
Proclama.
Hubo también alertas respecto de las intenciones del
Establecimiento de descargar en los hombros de los trabajadores un mayor peso
impositivo, así como acerca de la amenaza de más privatizaciones de bienes
públicos y el mantenimiento del poderoso presupuesto de guerra, aún luego de la
firma de la paz, todo lo cual se convierte en motivo de resistencia de los de
abajo para evitar que el Gobierno y sus representados de los sectores
financiero e industrial usen el argumento de la financiación de los posacuerdos
a costa de los conglomerados más afectados por el elevado precio de los
productos de consumo básico, la pauperización de los salarios y el desempleo creciente.
Pero una alarma mayor sonó a lo largo de los actos
al denunciar no pocos de los participantes la ola de asesinatos cometidos en
las últimas semanas contra activistas y líderes de movimientos sociales y
partidos de la izquierda colombiana, como si existiera un plan muy bien
diseñado por extremistas de la derecha violenta interesados en atravesarse a
los esfuerzos de incorporación a la vida civil de un sector de colombianos
alzados en armas, y en anegar en sangre los desarrollos del actual proceso de
paz, como lo hicieron en 1984 y durante más de una década contra la militancia
y la dirigencia de la Unión Patriótica, organización surgida de acuerdos de paz
entre las Farc-EP y el Gobierno de Belisario Betacur; una alarma que hizo que
en la Cumbre se reclamaran mecanismos rigurosos y sólidos que eviten un nuevo
genocidio político. “Este es el país del mundo que más líderes políticos se ha
dado el lujo de sacrificar”, coincidieron en afirmar varios de los disertantes.
La Quinta Cumbre Nacional por la Paz tuvo dos
prolegómenos en Cali, uno el sábado
12 de marzo, cuando se cumplió una estimulante Precumbre en el Distrito de
Aguablanca en la que hubo más de
20 intervenciones de líderes sociales y comunitarios, se creó la Mesa Popular
por la Paz en la Comuna 14 y se expidió una Declaración Política
que llama a la unidad de los barrios del oriente de la ciudad en un “espacio para el debate, la reflexión y
formulación de propuestas que aporten al fortalecimiento de la paz, la democracia
y la participación política incluyente”; y otro el martes 15 de marzo,
cuando se realizó un conversatorio
sobre los retos de la posguerra que tuvo como escenario la Universidad Libre y
se hizo entre el rector de esta alma máter, Libardo Orejuela Díaz, y el
exalcalde de la ciudad Carlos Holmes Trujillo.
La primera jornada de la Cumbre propiamente dicha en
la capital vallecaucana se llevó a cabo el 17 de marzo con las intervenciones
de 14 conferencistas, ya reseñados en texto que se puede ver en PARÉNTESIS No. 103,
del 18 de marzo.
Fuera de Cali, el certamen se llevó a cabo en Cúcuta, norte de Santander, durante los
días 17 y 18 de marzo, con destacada respuesta de la comunidad académica
reunida en el Aula Máxima Felipe Ruan de la Universidad Libre de esa capital,
que escuchó a once conferencistas; en el Auditorio Benjamín Herrera de la
Universidad Libre de Cartagena, capital
del departamento de Bolívar, donde
participaron tres expertos el 17 de marzo; en el Auditorio César Gaviria de Pereira, Risaralda, en encuentro
convocado por la Universidad Libre de esa ciudad, con la presentación de cinco
ponentes también el 17 de marzo. Durante el 18 de marzo se cumplieron actos de
la Cumbre en el Teatro Sarmiento de Tuluá,
con cinco intervenciones; en Pitalito,
Huila,
donde se congregaron numerosas personas en el auditorio Héctor Polanía Sánchez
convocadas por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Unad, para
escuchar a seis disertantes; en la Misak Universidad, de Silvia, Cauca, también con gran respuesta de las comunidades
indígenas y la realización de siete conferencias; en el Coliseo Los Fundadores
de Florida, donde hubo cinco
intervenciones; en la sede del Sindicato de Trabajadores, Sintramunicipio, de Yumbo, con la participación de tres
conferencistas, y en el Auditorio Benjamín Herrera de la Universidad Libre de Barranquilla, donde se presentaron
cuatro ponencias.
La Cumbre registró tres jornadas de clausura, la
primera en Cali el viernes 18 de marzo, en el Auditorio Gerardo Molina de la
Universidad Libre, luego de la participación de 14 conferencistas; la segunda
el sábado 19 de marzo en Corinto,
con más de 20 intervenciones, masiva asistencia de público a la Plaza José
María Obando, la presencia de trece alcaldes del norte del departamento del
Cauca, tres congresistas y de numerosos activistas comunitarios, quienes
expresaron su confianza en el sentido de que la evidente distensión existente
en esta zona del conflicto desde que las Farc-EP decretaron la tregua
unilateral se mantenga; y la tercera en Sevilla,
el domingo 20 de marzo en el Liceo Mixto, una histórica institución educativa
en la que se reunieron muchos campesinos que escucharon seis conferencias y
rememoraron las décadas recientes cuando el municipio cafetero del norte del
Valle del Cauca estuvo sometido al terror narcoparamilitar, pero que hoy
avizoran nuevas expectativas para sus vidas y su tierra. Al final de las
jornadas en Cali, Corinto y Sevilla fue leída la Proclama Pública
de la Cumbre, votada por aclamación en cada una de estas ciudades.
Luego de todo este arduo proceso de reflexión siguen
los hechos conducentes a que el pensar la paz no quede en la exposición verbal
y documental, sino que lo trascienda, fundamente la acción y aporte a los
esfuerzos que en tantos conglomerados rurales y urbanos de Colombia tienen
lugar en procura de que la paz sea una realidad no solo para las partes
involucradas en las conversaciones, sino también para las víctimas y para todo
el conjunto de la sociedad, que aspira a que más de cien años de violencia,
nacida en los albores de la República, con las guerras civiles del Siglo XIX y
prolongada en sucesivos períodos de ella en los siglos XX y XXI, den paso a
cambios sociales profundos que hagan perdurable los acuerdos de La Habana y sus
desarrollos, mediante los mecanismos que la población misma elija.
Momento de la intervención de José Antquera Guzmán, el viernes 18 de marzo en Cali. (Foto: Santiago José Mena C.). |
El
segundo día de la Cumbre en Cali: viernes 18 de marzo
“LA
PAZ LLEGARÁ DE LA MANO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES”
A continuación, una sinopsis de los planteamientos
formulados por la mayoría de quienes disertaron en la mañana y en la
tarde-noche del segundo día de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, en Cali,
el 18 de marzo de 2016.
Ángel
Martín Peccis, director regional de la Organización
de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, OEI: Es
necesario construir un proyecto nuevo de país, pensar en un mecanismo de
acuerdo avalado por todos y en cómo va a ser la financiación del posconflicto.
Luis
Fernando Velasco, presidente del Congreso de la
República: Luego de los acuerdos de La Habana se requiere un reequilibrio de
los poderes, hacer un nuevo pacto político. El Legislativo debe tener más
autonomía, romper con la contratitis y la mermelada.
Carlos
Holmes Trujillo, exconstituyente y exalcalde de
Cali: “A la Corte Penal Internacional no le va a importar el contenido de los
acuerdos de La Habana, sino sus efectos. El de la Justicia Especial para la Paz
es un terreno desconocido que puede llevarse de calle lo conseguido por la
humanidad y conducir a mantener vivas heridas. Se requiere un acuerdo político
y de Estado sobre el mecanismo de refrendación, porque ninguno de los
mecanismos que hoy tenemos es idóneo: no lo es el plebiscito, ni la consulta
popular… por eso se necesita un acuerdo político y de Estado, un mecanismo
nuevo. Puede ser un congreso transitorio para la paz o una asamblea nacional
constituyente con temas definidos”.
María Teresa Pagazaurtundúa, diputada española en el Parlamento Europeo: Destacó la importancia de escenarios de reflexión como el de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, dio a conocer su experiencia de lucha por los derechos humanos en España y puso de relieve las acciones de los diferentes sectores de la sociedad colombiana en procura de solucionar el prolongado conflicto que la afecta, del que pudo conocer, por su presencia en Colombia, sobre los enormes costos que ha tenido para la población.
Rodolfo
Arango, constitucionalista y docente
universitario: “Ni la solución de las armas ni la solución de las élites nos
van a llevar adelante, es la universidad la que tiene que conducir a una gran
reflexión, en la que, entre otras cosas, la oposición sea respetada como un
valor de la democracia”.
Wilson
Ruíz Orjuela, magistrado del Consejo Superior
de la Judicatura: “Por los problemas que atraviesa, la justicia ordinaria puede
dar al traste con la justicia transicional. Es increíble que en Colombia apenas
haya 32 jueces para combatir las bandas criminales. Cada país debe montar su
propio sistema, no hay un modelo estándar para hablar de justicia transicional.
Debe haber justicia proporcional, si no sacrificamos algo de justicia, el
proceso puede dar al traste. Necesitamos una justicia segura para evitar lo
ocurrido con la Unión Patriótica y con gente del M-19. Este país es carcelero,
todo el mundo pide cárcel, pero no se piensa de darles trato digno a los
reclusos”.
Padre Héctor Eduardo Lugo, rector
nacional de la Universidad de San Buenaventura: “Es importante un nuevo humanismo
en la época de los posacuerdos, un humanismo en movimiento, pues estamos ante
dogmas y códigos sin inteligencia; un nuevo humanismo para la paz, que trabaje
por la dignidad, que pase de la competencia a la convivencia. Se trata de
rescatar una nueva lógica de la paz. La primera que se corrompió fue la
inteligencia y por eso hay que humanizarla, porque lo que vemos hoy es cómo se
compran y se venden las conciencias. No generamos pensamiento sino que
consumimos pensamiento. Digamos como San Agustín de Hipona: ‘Busquemos para
encontrar, y cuando encontremos, sigamos buscando’”.
José
Antequera Guzmán, abogado, defensor de derechos
humanos, hijo de José Antequera Antequera, líder de la UP asesinado: “Durante
ocho años tuvimos prohibido en Colombia hablar del conflicto armado interno.
Nuestro proceso de paz está enmarcado en todo lo que sucede en América Latina,
la crisis del capitalismo es relevante para el proceso. La paz es una
oportunidad real de la misma lucha que tenían nuestros padres por una apertura
democrática. La paz no
llegará regalada, sino de la mano de los movimiento sociales, porque
este país tiene voluntad de organización política para salir de la guerra.
Queremos una paz territorial que aproveche las potencialidades de los pueblos,
que no son menores de edad. Es clave que se logre también un acuerdo con el
ELN, pues hay que construir agenda común con los territorios donde ellos están,
como en Arauca”.
Daniel
Libreros, catedrático de las universidades
Nacional y Libre de Bogotá: “La famosa ayuda internacional para la paz es
absolutamente insuficiente. El extractivismo produce modelos de expulsión
social en el país. Que tributen los de arriba. En Colombia, ocho grupos
controlan el sector financiero y son los dueños de la deuda pública. El caso de
corrupción en Reficol es una forma de despojo del presupuesto”.
María
José Pizarro, escritora, hija de Carlos Pizarro
Leongómez, líder del M-19 asesinado: “Para mí la paz es la defensa de la vida,
la humanización del enemigo. Para mí la paz es la libertad de expresión, una
visión global, entregarles a los jóvenes la posibilidad de tener hijos, de ser
abuelos. No debemos dejarnos quitar el fuego, pensar y defender el derecho a
vivir, poder desarrollar la capacidad creadora. Propongo que seamos la generación
que se roba el fuego”.
Camilo
Romero, gobernador del departamento de Nariño:
“Creo que es necesario encontrar un proyecto de país, superando la
polarización, tener un propósito común. Este es un proceso sin participación
ciudadana, según las encuestas, por eso son muy valiosos escenarios como este
de la Cumbre por la Paz, pero se requiere legitimidad ciudadana. La paz debe
ser para las víctimas, luego para quienes la firman y para las 500.000 familias
afectadas. La paz
territorial significa oportunidades distintas desde la periferia, algo
absolutamente independiente. Tenemos que hablar de descentralización, la paz se
debe construir desde los territorios”.
Libardo
Orejuela, rector de la Universidad Libre de
Cali: “No vamos a admitir la impunidad de los matones de la guerra en Colombia.
Aquí no van a seguir con el modelo de los políticos de oficio financiando
campañas apoyándose en el régimen de los contratistas. No puede seguir la
desigualdad existente en la sociedad”.
La nutrida asistencia al acto de la Cumbre en Corinto, Cauca, el sábado 19 de marzo. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
La
Cumbre en Corinto: sábado 19 de marzo
“CUANDO
LOS PUEBLOS TIENEN DIGNIDAD, SE LEVANTAN”
Seguidamente, un resumen de las ideas expuestas por
la mayoría de quienes hablaron durante el acto de la Quinta Cumbre Nacional por
la Paz cumplido en Corinto, Cauca, el sábado 19 de marzo de 2016, entre las
9:00 a.m. y las 3:00 p.m.
María
José Pizarro: “Quiero recoger las banderas de
los afrodescendientes, de los niños, de la población lgtbi”.
José
Antequera: “Todas nuestras pretensiones son
incompatibles con la guerra. Cuenten con nosotros, así como nosotros contamos
con ustedes”
Luis
Fernando Velasco: “Colombia ha perdido demasiados
liderazgos de gente que hoy no está aquí. La guerra ha sido una cortina de humo
para que no abramos la discusión sobre el poder en Colombia, que está concentrado
en egresados de tres universidades privadas muy costosas. La paz se firma en La
Habana y se hace en las regiones. Perdamos el miedo a abrir espacios a
nuevas fuerzas políticas. En Colombia el debate político es muy desigual y
en él priman el dinero sobre las ideas. Colombia no puede desaprovechar esta
oportunidad. La invitación es a que construyamos la posibilidad de un nuevo
ordenamiento territorial. No podemos desconocer los conflictos en el Cauca. Si
no manejamos bien los conflictos entre indígenas, afrodescendientes y
campesinos se nos arma una candela. Por eso haremos el Pacto de Toribío, un acuerdo que sea el inicio
de responsabilidad en el posconflicto”.
Esperanza
Jiménez Sandoval, coordinadora de la Mesa de
Víctimas de Corinto: “Nuestro gran anhelo es la paz, estable y duradera.
Bienvenida la paz sin renunciar a nuestros derechos. Proponemos ser los
gestores y gestoras de la paz”.
Luis
Guillermo Pérez, secretario general de la
Federación Internacional de Derechos Humanos: “Lo que se ha acordado en La
Habana no es un pacto de impunidad. A la Mesa se han llevado 17.000 propuestas y
60 víctimas, no es la entrega del país al ‘castrochavismo’, como dice los
partidarios de la guerra. La reparación colectiva va de la mano con el hecho de
reconocernos. El Estado debe recuperar su legitimidad, que nadie se sienta
perseguido por miembros de la Fuerza Pública por ser defensor de derechos
humanos. Debe haber una depuración profunda
del Estado”.
Horacio Duque Giraldo, analista
político independiente: “Estoy de acuerdo con la decisión de Santos en el
sentido de privilegiar un buen acuerdo a cumplir una fecha para la firma del
mismo. Andar presionando y creando ansiedades es problemático. La paz opera con
tiempos ontológicos, no con los cronológicos. Ahora se debe avanzar en la
erradicación del paramilitarismo, la movilización política de las Farc, la
revisión de la situación jurídica de los prisioneros de guerra. El
plebiscito es un absurdo en el que se van a comer las regalías de Isagen,
presionando por cuotas y plata. El plebiscito es una gran mentira, un engaño.
Soy partidario de la constituyente, que no debe ser centralidad, porque
Colombia es un país de regiones. La constituyente es la única alternativa para
blindar y darle solidez a los acuerdos de paz. Ella no es para dentro de 20
años, hay que hacerla ya. Sugiero hacer planes de desarrollo con base en los
documentos de La Habana”.
Nadia
Sánchez, del colectivo Mujeres Víctimas del
Conflicto: “Se requiere empoderamiento de la mujer para que haya reconciliación.
En Colombia se confundió el precepto bíblico ‘amaos los unos sobre los otros’,
con ‘armados los unos contra los otros’. Corinto tiene en sus manos que
fructifique la paz con nuestra participación activa. Más allá de juzgar la
labor del Gobierno, contribuyo con actos, menos hablar, más acción. La paz
viene desde los territorios. El golpe más certero contra la guerra es hablar
con los jóvenes. Debemos exigir que nos escuchen”.
Carlos
Julio Bonilla, representante a la Cámara por el
Cauca: “Esta región ha sobrevivido a todas las formas de violencia y de
pobreza. Saludamos que los alcaldes del norte del Cauca estén obrando como un
equipo. No puede suceder que luego de la firma de los acuerdos en La Habana
todo siga igual”.
Crisanto
Piso, representante a la Cámara por el
Cauca: Tenemos que ser capaces de ceder para que la paz llegue a su fin. ¡No saben lo que es estar en el
municipio de Argelia y saber que no va a caer un tatuco! ¿Los medios de
comunicación tendrán algún compromiso con la paz? Nos preocupa ese tema
porque la paz es un derecho, una necesidad, un anhelo. Aquí sí que sabemos de
eso. Por ello recibimos este acto con regocijo. Hay que replicarlo”.
Adolfo
Álvarez, docente de la Universidad del Valle en
el norte del Cauca: “Este es el país que más ha sacrificado líderes
políticos. Un país civilizado no puede permitirse eso. La paz se firmará en
La Habana y se construirá en los territorios. Ustedes, alcaldes, la tienen muy
clara, pero necesitamos articular otros sectores y estamos abiertos a apoyarlos.
Estamos por la firma de los acuerdos. Les traemos ese mensaje de apoyo a
ustedes y a los colegas de la Universidad Libre que han liderado este proceso”.
José
Antonio Gutiérrez, investigador de la
Universidad de Dublín, Irlanda: “Así como decimos que el conflicto es
esencialmente rural, hay también múltiples violencias. En realidad, las
violencias no son inconexas, y por eso la resolución del asunto agrario es
fundamental. Es imposible hablar del paramilitarismo sin tocar a quienes lo han
motivado. El conflicto armado no es una cortina de humo, sino una política
oligárquica. No hay paz con 28 líderes sociales asesinados, que son crímenes
con los que se trata de enviar un mensaje de terror. Los acuerdos de La Habana
son un paso en la construcción de una sociedad de derechos plenos”.
María
Teresa Pagazaurtundúa, diputada española en
el Parlamento Europeo: “Valoro lo que ustedes hacen. La espiral de violencia no
es la solución. El fanatismo es un engendro del mal. Ustedes tienen la
oportunidad histórica de aportar de todo lo que han sufrido. Les deseo de todo
corazón que estos esfuerzos salgan adelante”.
Anadeida
Secué, de la Asociación de Cabildo Indígenas
del Norte del Cauca, Acin: “La paz se construye con el pueblo. Vamos a seguir
aportándole a la paz, porque nuestros territorios tienen que seguir libres de
la guerra. No es sólo echar discursos, sino darle participación al pueblo”.
Libardo
Orejuela Díaz: “Esta guerra es responsabilidad
de quienes hicieron la Violencia entre 1946 y 1953 en Colombia y luego se
fueron para España a repartirse el país y resolvieron que quienes no fueran
liberales o conservadores no podían participar en política. El más grande secuestro cometido
en este país es el secuestro de la patria. Los actuales gobernantes son
nietos de la Violencia de 1940, luego de la traición al pueblo. Esta guerra no
la gana nadie. En La Habana se firma el fin de la guerra, pero para construir
la paz hay que modificar el modelo económico al servicio de los labriegos y de
los trabajadores. La guerra está aquí. ¡Qué tal los señoritos de Bogotá
haciendo análisis de la guerra! La paz significa trastocar el modelo económico
y político: lograr que el acceso a la educación superior sea gratuito, por
ejemplo. El país de la paz significa que la gente no viva en 48 metros
cuadrados indignos, mientras lo señores de Saludcoop se divierten en lujosos
centros vacacionales. No vamos a permitir que se siga humillando a la gente.
Cuando los pueblos no tienen dignidad, se humillan; cuando la tienen, se
levantan y luchan”.
Panorámica del Liceo Mixto de Sevilla, cuando disertaba Horacio Duque. (Foto: Red de Hip Hip por la Paz de Sevilla). |
La
Cumbre en Sevilla: domingo 20 de marzo
“URGE
UNA REFORMA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN”
Presentamos ahora una sinopsis de los planteamientos
hechos por los conferencistas en el acto de la Quinta Cumbre Nacional por la
Paz llevado a cabo en Sevilla, Valle del Cauca, el domingo 20 marzo de 2016,
entre las 2:30 p.m. y las 4:30 p.m.
Fabián
Moreno, dirigente del Frente Amplio por la Paz
y del Partido Comunista Colombiano: “Hay que dar el debate en los barrios,
meterle pueblo, gente informada sobre los acuerdos de paz. Los enemigos del
punto de no repetición están incentivando la continuidad de la guerra. No
permitamos que nos limiten los puntos de discusión y esto solo es posible con
la participación de la oposición. Los enemigos de la paz están por doquier”.
Horacio
Duque Giraldo: “Los avances de la Mesa de
Conversaciones de La Habana son muy superiores a los del Caguan. El documento
sobre víctimas es una conquista, tiene 75 puntos, es fundamental, hay que
estudiarlo. Este proceso es una macroestructura de paz, es serio, hay que
estudiarlo. Santos ha ayudado a construir el proceso de paz, ha enfrentado a
las bestias, pero también es un esfuerzo de las Farc que han dicho que van a
trabajar con seriedad. Invito a realizar talleres sobre los acuerdos de La
Habana en las comunidades”.
Camilo
Ernesto López, dirigente de la Asociación de
Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca, Astracava: “Es tiempo de la
reconciliación para el desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas. Los
acuerdos de paz son el resultado de un proceso de acumulación de fuerzas y
movilización que no ha terminado. El acuerdo final se hará también con la
consigna del movimiento popular. La Ley de Zidres es inherente al santismo. La
asamblea nacional constituyente es necesaria, pero si se dice que no, el pueblo
debe decidir otro tipo de salidas, construir un nuevo marco normativo para la
Nación, y entre esas normas, una
reforma de los medios de comunicación, que recoja la experiencia de la
ley del tercio: privados, estatales y comunitarios”.
Daniel
Libreros: “En Colombia, el 1% de los hacendistas
controla el 50% de la propiedad de la tierra, en parte debido a la
contrarreforma agraria hecha por el paramilitarismo, porque eso también es un
negocio, acumulación de capital. La Ley de Tierras de 2011 ha sido un fracaso.
No se puede pensar en el conflicto con muertos y más violencia, como está
ocurriendo contra líderes sociales. Y, el colmo, Colombia se ha vuelto
exportadora de ‘orden público’ con asesores en 40 países. La comunidad necesita
empoderarse, porque el plebiscito no es el camino”.
Libardo
Orejuela: “Esta sociedad se cansó de la guerra.
El derecho a la paz es un derecho elemental, sin plebiscito. En La Habana se va
a firmar el fin de la guerra, no se va a acabar la estructura económica país.
Lo que viene después es lo más delicado: ¿Cómo vamos a construir la paz? Con
casos como el de Orfilia Vargas Bahena, humilde mujer a cuya hijita la mató el
hambre y a la que tuvo que velar un andén de Cali, lo recuerdo como si fuera
hoy, no se puede construir la paz. En Colombia ha habido 40.000 secuestros,
pero el más grande es el secuestro de la patria, secuestrada por 40 familias. Aquí existe una democracia entre
comillas, vertical, de invernadero, con congresistas que se eligen en redes clientelares.
Esa democracia debe ser reemplazada por una democracia horizontal, de
participación y control social. Hay que generar entusiasmo: organización,
organización, organización”.
(*) Periodista independiente. Editor de PARÉNTESIS.
Cali, sábado26 de marzo de 2016.
La primera jornada de la Cumbre, el jueves 17 de marzo, en el Auditorio Gerardo Molina de la Universidad Libre de Cali. (Foto: Diego Sinisterra / Alcaldía de Cali).
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